Rescatando
ubicuidades con lo improvisado del tropiezo, del "ya está", del
"ya no hay vuelta atrás". Finiquitando los balances con la contusión de lo sublime.
Gonzalo, admiraba absorto las inquietantes pinceladas y el matiz de los colores, y aquellos ojos que, cambiaban con la luz y le seguían con sus iridiscencias ocres, vigilantes, escrutando desde las sombras de lo inquieto. Bruma de un amarillo profundo, parpadeando un sin fin de singularidades.
Ojos de brisa, mirando desde una habitación cerrada. El olvido del crepúsculo abriendo sus labios de mujer. Pudor de piel rosada y ojos vivos. Boceto desnudo de musa sentada, con una camisa blanca entre las manos.
Gonzalo, admiraba absorto las inquietantes pinceladas y el matiz de los colores, y aquellos ojos que, cambiaban con la luz y le seguían con sus iridiscencias ocres, vigilantes, escrutando desde las sombras de lo inquieto. Bruma de un amarillo profundo, parpadeando un sin fin de singularidades.
Ojos de brisa, mirando desde una habitación cerrada. El olvido del crepúsculo abriendo sus labios de mujer. Pudor de piel rosada y ojos vivos. Boceto desnudo de musa sentada, con una camisa blanca entre las manos.
Corrían los tempestuosos meses de 1917, en los que la Virgen María se aparecía frente a unos jóvenes pastores en Fátima. Germinaba, una ya olvidada Revolución Rusa, con el perfil de su Lenin y el abrupto final de los Zares de Rusia. Francia, apresaba a una esquiva Mata Hari. Apresada y posteriormente ejecutada. Se decidía el pago de un franco diario a los soldados de las trincheras, y se dejaban de fabricar monedas de cobre, fundiendo las acuñadas para desangrar los amores del frente.
Boceto "Desnudo sentado con una camisa entre las manos" (1917).
Óleo sobre papel. 49x36,5. Detalle de la cabeza.
Óleo sobre papel. 49x36,5. Detalle de la cabeza.
Kon-tiki (2015)
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